jueves, 19 de abril de 2007

FINAL A CUATRO (se habla español)

Álvaro Ayala y David González

Caería en un tópico si dijera que el fútbol no es lo único. Romper lanzas a favor de otros deportes, más, o menos, pero siempre minoritarios en relación a eso que llaman balompié, es un clásico.

Pues bien, os informo de que a continuación caeré, una vez más, en un clásico. La fórmula uno, con el fenómeno Alonso respaldado de forma admirable por Telecinco (que se pueden considerar también unos bicampeones más), es el único deporte que se le acerca, junto a otros acontecimientos de carácter más puntual, ya se llame Roland Garros, o mundiales de motos, o de baloncesto. Pero nada más. En cuanto a la fórmula uno, supongo que su éxito se diluirá en cuanto el asturiano concluya su andadura por los circuitos de medio mundo.

Lo triste es que tras estos dos, el escalón mediático hasta llegar a los otros deportes es demasiado amplio. Ojalá el éxito internacional del que presumen españoles, de manera individual o colectiva, por medio mundo, sirva para estrechar esa profunda brecha a la que os vemos sometidos aquellos que odiamos/aceptamos/compartimos este monopolio actual.

Bueno, viendo que me excedí introduciendo, comentaré que Génesis hará un pequeño hueco a los deportes de ese segundo escalón.

Se avecina una de las Final Fours de baloncesto más igualadas de los últimos años. Al igual que sucedió el pasado año, dos conjuntos españoles se han metido en la disputa por el laurel griego de campeón, pero no debemos lanzar las campanas al vuelo, ya que los rivales a los que se tendrán que enfrentar son dos de los equipos históricamente ganadores. Además añadimos que uno de ellos parte con la condición de local, lo que le podría dar el cartel de favorito. Este equipo es el Panathinaikos griego, rival en la semifinal de un Tau Cerámica que afronta la tercera fase final de su historia. El conjunto vitoriano llegará a Atenas muy fuerte, pues la campaña liguera de los chicos que entrena Maljkovic está siendo muy regular y con todas las opciones de llevarse el título, aunque estos últimos partidos no están demasiado finos.

Por otro lado, el Unicaja de Málaga debuta en la fase final de la competición con toda la ilusión que un equipo es capaz de contener. Ha llegado tras eliminar en cuartos de final a todo un Winterthur Barcelona, que aun no estando en su mejor nivel, fue capaz de arrebatarle al Real Madrid el título de Copa. Su rival en semis es nada más y nada menos que el vigente campeón. El CSKA de Moscú. Sin embargo, los chicos de Sergio Scariolo no se acongojarán, pues no tienen nada que perder. Y, en ocasiones, ese factor es importantísimo.

En resumen, hay más vida, competición y diversión más allá del fútbol. Y esta Final Tour es un muy buen ejemplo de ello. Nos veremos en Atenas...

M-V-P!

Luis Fernández

Como siempre, a estas alturas en la NBA con prácticamente todo decidido en la temporada regular y con todas las vistas puestas en el primer cruce de playoffs, es cuando la carrera por el premio a jugador más valioso del año se endurece más que en ningún otro momento.


El trofeo Maurice Podoloff, designa a un jugador de la liga americana de baloncesto como MVP (Most Valuable Player / jugador más valioso), este premio no siempre recae en el mejor jugador, ni en el más anotador, ni en el más completo, sino que, tradicionalmente suele recibirlo aquel jugador que, durante toda la temporada (y especialmente al final) ha conseguido dejar una sensación de superioridad en su juego, de que ha aportado más y mejor a ojos de los periodistas de los medios más prestigiosos de Norteamérica, que son los encargados de decidir el ganador con sus votos.

Este año encabezan la pelea por MVP principalmente tres jugadores, Kobe Bryant el jugador de los Lakers que, como siempre, aspira al premio por méritos propios y dos líderes que han llevado a sus respectivos equipos a ser los dos mejores en la temporada, Dirk Nowitzki y Steve Nash, dos jugadores no americanos que marcan diferencias y son símbolo de la apertura de fronteras en las grandes ligas estadounidenses.

Kobe Bryant (Los Angeles Lakers)

Inevitable la comparación con Michael Jordan, pero incomparable como jugador. Sus números hablan por si solos: máximo anotador de la NBA hasta el momento y único jugador de la liga con más de 30 puntos por partido (31.5) además es el único jugador desde el legendario Wilt Chamberlain que ha logrado en una temporada diez partidos con 50 puntos o más, 4 de ellos consecutivos. Incontestable. Además de eso, el escolta es uno de los jugadores más espectaculares (ganador del concurso de mates en 1997) en y con mayor abanico de recursos del mundo, puede tirar de lejos, penetrar, asistir y defender todo esto con más del 45% de acierto. El premio le ha sido negado durante años probablemente por los problemas con los periodistas y su polémica vida privada, pero este año su candidatura vuelve a ser un clamor, los aficionados le coreaban en el All- Star de Las Vegas: M-V-P!

Steve Nash (Phoenix Suns)

El canadiense no ha dejado de superarse desde que llegó a la franquicia de Arizona, convirtió a su equipo en uno de los candidatos al título que, año tras año, a pesar de ser el que mas vistosamente juega en la NBA, se queda a las puertas de las finales. A pesar de ser el máximo asistente de la liga (11.6) y el segundo en porcentaje de triples (44.5%) no son sus números los que le hacen merecedor del MVP, sino su juego. Cada partido suyo es una lección magistral de dirección de juego, de baloncesto inteligente, efectivo y elegante a la vez. Es, ante todo, el abanderado del viejo tópico de “hace mejores a sus compañeros” que le ha servido para ser el jugador más valioso estas dos últimas temporadas.

Dirk Nowitzki (Dallas Mavericks)

No es el mejor anotador, ni el reboteador más duro, ni el más imponente bajo los aros, tampoco es el mejor tirador, pero hace de todo y siempre bien. “Robin Hood” como le apoda un clásico es uno de esos jugadores al que no sabes como defender, un auténtico quebradero de cabeza para los técnicos. Si lo emparejan con un jugador alto, Dirk saldrá al perímetro para hacer gala de su tiro de tres que le hizo campeón del concurso la temporada pasada. Si lo emparejan con un jugador más ágil el sacara provecho de su portentoso físico (213cm-111.1Kg) para anotar en la pintura. El alemán podría ser el primer europeo en ganar el galardón a mejor jugador de la NBA.


Los tapados

Además de estos tres candidatos hay una pequeña lista de jugadores que seguramente recibirán algún que otro voto, jugadores que, estando a gran nivel durante todo el año, ya sea por el mal balance de su equipo o porque no tienen apoyo mediático, no entran en las previsiones principales para el ganador.

LeBron James, el joven jugador que ha logrado meter un equipo del montón como los Cavaliers en playoffs durante dos años seguidos a base de un juego completísimo .

Tracy McGrady que, superados sus problemas de espalda, esta terminando la temporada de manera espectacular. Probablemente si hubiera tenido la oportunidad de jugar así todo el año estaría mucho más arriba en la carrera hacia el MVP.

Tim Duncan. Lo querían enterrar, pero esta muy vivo y tan fuerte como siempre. El ala-pivot más importante de los últimos 10 años en la NBA vuelve a sus números habituales comandando a los siempre candidatos Spurs al hacia el título.

Mi candidato, como siempre, Kobe. Lo ganará Nowizki.

Grandes deportistas (1)

David González

Lance Armstrong

Hoy comienza Génesis. Y no podía ser otro el que inaugurase esta sección. Lance Armstrong es de esos deportistas que no se ven todos los días. Quizás me deje llevar por un exceso de subjetividad en todo el artículo. Pero a los que les guste el ciclismo, y el deporte en general, dentro de pocos años se darán cuenta de lo privilegiados que han sido de haber podido ver al tejano subiendo las duras rampas de los Pirineos o los Alpes, o coleccionando doblados en cada contrarreloj, con esa cadencia alegre de pedaleo tan típica en él. Se dice que con rivales como Hinault, Indurain o Eddie Merx quizás no hubiese ganado tanto. Habladurías. Armstrong, siempre con un gran equipo tras de sí (todo sea dicho), ha sido el mejor, pese a sufrir como el que más. Y no estuvo exento de buenos rivales, ni mucho menos. Privó a superclases como Pantani, Ullrich o Alex Zülle de poder ser aún más grandes.
Si a ello sumamos que en octubre de 1996 se le detectó un cáncer testicular con metástasis pulmonares y cerebrales que estuvo a punto de cortar su carrera deportiva y, lo más importante, su vida, quizás el mérito sea aún mayor. Tras dos años de quimioterapia, reapareció en el prólogo de la París-Niza. Pero su desastrosa actuación esa tarde le hizo pensar que lo mejor sería dejarlo para siempre. A partir de ahí creció y creció, y los números hablan por sí solos. Resulta cuanto menos algo paradójico saber que antes de su enfermedad no fue ni una pequeña parte del ciclista que empezamos a “redescubrir” en 1998.
No pretendo dar datos, hablar de su amplio palmarés, de toda su carrera deportiva (siete tours de Francia lo encabezan). No pretendo contaros su tambaleante vida. Lo único que quiero es que quien lea esto se haga una pequeña idea del mérito que ha tenido el americano cuando montaba en su bicicleta. Guiado por el coraje, o dotado de unas condiciones sobrehumanas para este deporte de desmesurada dureza, aún recuerdo aquellas siestas estivales que nunca hice por su culpa. Me entristece pensar que el “polémico” ciclismo ha perdido status y mucha credibilidad con su retirada. Armstrong disipaba dudas, distraía la atención, callaba muchas bocas cada julio. Y reconozco que no me cae especialmente bien, pero sé que rayaba la perfección en uno de los deportes más duros que existe. Como también sé que pasarán muchos años hasta ver a alguien que se le parezca.
Por algo es considerado el mejor deportista del siglo pasado. Y se retiró a lo grande, en los Campos Elíseos, en lo más alto del podio. Se retiró de amarillo.